SÁBADO 6 DE DICIEMBRE Tarde

Testimonios: Experiencias de Verano

Uno de los momentos más emocionantes del encuentro es cuando los voluntarios que han participado en Experiencias Misioneras y Campos de trabajo recuerdan sus vivencias y las comparten con el resto de asistentes.

Tuvimos la suerte de contar con una gran variedad de experiencias:

- Experiencia Misionera en Lambaré (Paraguay). Voluntarios de Fundación Proclade viajaron a este país latinoamericano y apoyaron la labor desde la Parroquia de Jesús Misericordioso atendida por los Misioneros Claretianos y trabajaron con niños y madres de asentamientos  ubicados en un vertedero local. Realizaron actividades lúdicas y talleres con la población, además de detectar necesidades que pueden servir para trazar líneas de trabajo futuro como la Formación Profesional de Adultos, que permita romper el círculo de la pobreza.

- Experiencia Misionera en Tela, Honduras. Un grupo de voluntarios de Fundación Proclade visitó la zona urbana de Tela y las aldeas proporcionando un apoyo a la pastoral penitenciaria, pastoral claretiana y algunos talleres en colegios de Derechos Humanos y Educación Sexual en un entorno caracterizado por una elevada criminalidad y violencia.


- Experiencia Misionera en República Dominicana. Un grupo de voluntarios vinculados a KORIMA (la ONG de las Misioneras Claretianas) se desplazó a este país de contrastes. La mayor parte del tiempo estuvieron en Manoguayabo, Santo Domingo, apoyando la labor formativa en un colegio y también trabajando en los barrios con población haitiana. Los haitianos son víctimas de exclusión ya que no tienen reconocido ningún derecho como ciudadanos por lo que no pueden acceder a ningún servicio público, incluidos la sanidad o la educación. 

2ª Conferencia: “La Interculturalidad, raíz necesaria del encuentro humano, exigencia de nuestra fe” por Auxi González

Auxi es Secretaria Regional de Cáritas en Andalucía, Investigadora y Profesora de Antropología en la Universidad Loyola Andalucía.

Auxi nos desvela algunas claves para abordar la Interculturalidad desde nuestra perspectiva cristiana, como constructores del Reino de Dios. Nos presenta la Cultura como el prisma a través del cual interpretamos la realidad, reconociendo lo “normal” y lo “diferente”. De entrada, todas las culturas son etnocéntricas, valorando lo propio como la forma correcta de pensamiento y comportamiento.

No obstante, la Diversidad irrumpe como Derecho pero también como necesidad. En la Diversidad reside un potencial creativo mucho más rico del que carece el pensamiento único.

En este contexto diverso podemos hablar de Interculturalidad como la integración armónica y la interacción dinámica de diferentes aspectos culturales, filosóficos, teológicos, concepciones morales, estilos de vida y formas de actuar, siempre en un clima de diálogo entre iguales y sin jerarquizaciones previas. La Interculturalidad implica una unos mínimos éticos comunes para una convivencia armónica. Estos mínimos podrían ser los Derechos Humanos.

La Interculturalidad constituye una experiencia de apertura respetuosa al “otro”, a los “otros”, mediante el diálogo y la acogida. Obliga a repensar la propia vida personal y a repensar la propia vida social. Cuando toda la sociedad se replantea y se transforma es cuando se logra la plenitud intercultural. Esta transformación se lleva a cabo siempre sin dejar de ser distintos.

De esta forma, la Interculturalidad es una llamada a cuestionar nuestro modelo de sociedad y a nosotros mismos. ¿Es nuestro sistema de vida el Reino que Jesús quiso construir? Jesús fue el primero en romper las barreras con los “otros” buscando el bien aunque no siguieran sus normas de fe. Su muerte fue una muestra de justicia para toda la humanidad.

Siguiendo el modelo de Cristo, hay que poner en el centro el valor de la persona, los valores antropológicos:
- El valor de la proximidad. Estamos llamados a estar presentes en espacios invisibles, con los excluidos, con los “diferentes”.
- El valor del Abrazo Humano. En el encuentro con el otro debemos dejarnos afectar y situarnos en una posición horizontal.
- El valor del Encuentro. Cada vez hay menos espacios colectivos, sería muy positivo que los fomentáramos en nuestro entorno.

La Interculturalidad también es una invitación a ser una Iglesia en salida, renovada en su encuentro con el Señor, animada por el Espíritu y con profunda alegría para salir al encuentro de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Ofreciéndoles nuestro mayor tesoro, la salvación de Dios. Para esta labor la Iglesia no puede estar acomodada en sus costumbres, sino arriesgada a salir a las periferias, estructurales y cercanas.

Para superar las comodidades materiales, mentales y metodológicas con una salida misionera tenemos 3 escenarios complementarios:
1. Escenario de la Presencia, para saber estar y no dedicarnos solamente a la acción y saber denunciar.
2. Escenario del Diálogo, muchas veces será contracultural y nos cuestionará.
3. Escenario del Discernimiento, para hablar con Dios a través de la Oración y hablar de Dios desde lo vivencial y el respeto.

La Interculturalidad también tiene consecuencias para la Espiritualidad: saber aceptar al otro con todas las consecuencias, mirarlo como nuestro hermano; Saber ofrecer a otros nuestros propios dones para avanzar en el servicio de la construcción del Reino; convencernos de que en el Corazón de Dios cabemos todos e interpretar nuestro carácter misionero de una forma nueva, acudiendo a las periferias.

Terminamos dialogando sobre estas claves y con una frase del Papa Francisco para motivarnos en este camino a seguir “Que no nos dejemos robar la Esperanza”.

Cerramos la jornada con una eucaristía ambientada por la Provincia Bética, una cena reconfortante y un paseo por las calles de Tánger.

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