Testimonios: Experiencias de Verano
Uno de los momentos más
emocionantes del encuentro es cuando los voluntarios que han participado en
Experiencias Misioneras y Campos de trabajo recuerdan sus vivencias y las
comparten con el resto de asistentes.
Tuvimos la suerte de contar con
una gran variedad de experiencias:
- Experiencia Misionera en
Lambaré (Paraguay). Voluntarios de Fundación Proclade viajaron a este país
latinoamericano y apoyaron la labor desde la Parroquia de Jesús Misericordioso
atendida por los Misioneros Claretianos y trabajaron con niños y madres de
asentamientos ubicados en un vertedero
local. Realizaron actividades lúdicas y talleres con la población, además de
detectar necesidades que pueden servir para trazar líneas de trabajo futuro
como la Formación Profesional de Adultos, que permita romper el círculo de la
pobreza.
- Experiencia Misionera en Tela,
Honduras. Un grupo de voluntarios de Fundación Proclade visitó la zona urbana
de Tela y las aldeas proporcionando un apoyo a la pastoral penitenciaria,
pastoral claretiana y algunos talleres en colegios de Derechos Humanos y
Educación Sexual en un entorno caracterizado por una elevada criminalidad y
violencia.
- Experiencia Misionera en República
Dominicana. Un grupo de voluntarios vinculados a KORIMA (la ONG de las
Misioneras Claretianas) se desplazó a este país de contrastes. La mayor parte
del tiempo estuvieron en Manoguayabo, Santo Domingo, apoyando la labor
formativa en un colegio y también trabajando en los barrios con población
haitiana. Los haitianos son víctimas de exclusión ya que no tienen reconocido
ningún derecho como ciudadanos por lo que no pueden acceder a ningún servicio
público, incluidos la sanidad o la educación.
2ª Conferencia: “La Interculturalidad, raíz necesaria del encuentro
humano, exigencia de nuestra fe” por Auxi González
Auxi es Secretaria Regional de
Cáritas en Andalucía, Investigadora y Profesora de Antropología en la
Universidad Loyola Andalucía.
Auxi nos desvela algunas claves
para abordar la Interculturalidad desde nuestra perspectiva cristiana, como
constructores del Reino de Dios. Nos presenta la Cultura como el prisma a
través del cual interpretamos la realidad, reconociendo lo “normal” y lo “diferente”.
De entrada, todas las culturas son etnocéntricas, valorando lo propio como la
forma correcta de pensamiento y comportamiento.
No obstante, la Diversidad
irrumpe como Derecho pero también como necesidad. En la Diversidad reside un
potencial creativo mucho más rico del que carece el pensamiento único.
En este contexto diverso podemos
hablar de Interculturalidad como la integración armónica y la interacción
dinámica de diferentes aspectos culturales, filosóficos, teológicos,
concepciones morales, estilos de vida y formas de actuar, siempre en un clima
de diálogo entre iguales y sin
jerarquizaciones previas. La Interculturalidad implica una unos mínimos éticos
comunes para una convivencia armónica. Estos mínimos podrían ser los Derechos
Humanos.
La Interculturalidad constituye
una experiencia de apertura respetuosa al “otro”, a los “otros”, mediante el
diálogo y la acogida. Obliga a repensar la propia vida personal y a repensar la
propia vida social. Cuando toda la sociedad se replantea y se transforma es
cuando se logra la plenitud intercultural. Esta transformación se lleva a cabo
siempre sin dejar de ser distintos.
De esta forma, la
Interculturalidad es una llamada a cuestionar
nuestro modelo de sociedad y a nosotros mismos. ¿Es nuestro sistema de vida
el Reino que Jesús quiso construir? Jesús fue el primero en romper las barreras
con los “otros” buscando el bien aunque no siguieran sus normas de fe. Su
muerte fue una muestra de justicia para toda la humanidad.
Siguiendo el modelo de Cristo,
hay que poner en el centro el valor de la persona, los valores antropológicos:
- El valor de la proximidad. Estamos llamados a estar presentes en
espacios invisibles, con los excluidos, con los “diferentes”.
- El valor del Abrazo Humano. En el encuentro con el otro debemos
dejarnos afectar y situarnos en una posición horizontal.
- El valor del Encuentro. Cada vez hay menos espacios colectivos,
sería muy positivo que los fomentáramos en nuestro entorno.
La Interculturalidad también es
una invitación a ser una Iglesia en
salida, renovada en su encuentro con el Señor, animada por el Espíritu y
con profunda alegría para salir al encuentro de los hombres y mujeres de
nuestro tiempo. Ofreciéndoles nuestro mayor tesoro, la salvación de Dios. Para
esta labor la Iglesia no puede estar acomodada en sus costumbres, sino
arriesgada a salir a las periferias, estructurales y cercanas.
Para superar las comodidades
materiales, mentales y metodológicas con una salida misionera tenemos 3
escenarios complementarios:
1. Escenario de la Presencia, para saber estar y no dedicarnos
solamente a la acción y saber denunciar.
2. Escenario del Diálogo, muchas veces será contracultural y nos
cuestionará.
3. Escenario del Discernimiento, para hablar con Dios a través de
la Oración y hablar de Dios desde lo vivencial y el respeto.
La Interculturalidad también
tiene consecuencias para la Espiritualidad: saber aceptar al otro con todas las
consecuencias, mirarlo como nuestro hermano; Saber ofrecer a otros nuestros
propios dones para avanzar en el servicio de la construcción del Reino;
convencernos de que en el Corazón de Dios cabemos todos e interpretar nuestro
carácter misionero de una forma nueva, acudiendo a las periferias.
Terminamos dialogando sobre estas
claves y con una frase del Papa Francisco para motivarnos en este camino a
seguir “Que no nos dejemos robar la Esperanza”.
Cerramos la jornada con una eucaristía ambientada por la Provincia
Bética, una cena reconfortante y un paseo por las calles de Tánger.
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